Nutrición: Una asignatura pendiente. Por Gregoria Cáceres.
¿Hay solución para tanta desinformación?
¿Eres de los que se han creído que los números de debajo del tetrabrick de leche indican las veces que ha sido «reciclada» y vuelta a comercializar? ¿O quizás te ha convencido el último bulo que te ha llegado de que el limón es 10.000 veces más potente que la quimioterapia?…
Quizás creas que todo lo etiquetado como «natural» es saludable o elijas unas alcachofas envasadas de una marca antes que otras porque en la etiqueta de las primeras indica «libre de colesterol»…
Puede que pienses que un producto que presente un 0% enorme y coloreado en su embalaje no engorda, o que es lo mismo tomar las 5 raciones diarias recomendadas de frutas y verduras de forma natural que dentro de esa botellita tan mona y tan cómoda que te asegura una «alimentación saludable» con el mínimo esfuerzo…
No te culpo, los bulos que se transmiten por internet, los mensajes engañosos de la publicidad, los titulares sensacionalistas de las revistas, parece que todo se alía para confundirnos pero, no te preocupes, creo que existe algo que podría minimizar la influencia de todos estos factores y aclarar muchas de nuestras dudas.
¿Quieres saber a qué me refiero?
Los niños estudian los países más remotos y su capitales, los ríos y sus afluentes, el aparato digestivo de los gusanos y las estrellas de mar, las ideas de los filósofos más dispares, las guerras y los conflictos nacionales e internacionales, los efectos devastadores del cambio climático,… Estudian, al igual que hicimos nosotros en nuestro día, de todo…¿de todo? Creo que no; hay una asignatura que debería, según mi opinión, estar presente en el programa educativo de los niños desde los primeros años de escuela… ¿no lo adivináis? ¡Claro!, la nutrición.
La Nutrición es tan importante que se debería de estudiar en el colegio como una asignatura más
Vale, ahora me dirás que sí que estudiaste en Ciencias Naturales (o en Conocimiento del Medio, si eres más joven) lo que son las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono, pero, dime la verdad, ¿fueron conocimientos que hayas podido aplicar en alguna ocasión para mejorar tu alimentación y con ella tu salud? ¿Aprendiste a comer bien, a organizar tu menú diario, a seleccionar de entre una oferta de alimentos los que te vienen mejor en tu caso particular? No creo que te hayan enseñado a interpretar las etiquetas de los alimentos, ni a saber calcular la cantidad de azúcar o sal que lleva un plato precocinado o a saber que el E-330 no es un aditivo cancerígeno que ponen en nuestros alimentos, sino simplemente ácido cítrico, un excelente conservante y antioxidante que se obtiene de frutas como el limón y la naranja.
Si queremos complementar nuestra educación o la de nuestros hijos siempre pensamos en disciplinas como idiomas e informática, y, por supuesto, son muy importantes, pero ¿no lo es también algo tan esencial para mantener nuestra salud presente y futura como saber alimentarnos correctamente?
A pesar de que parece que los gobiernos, a través de sus responsables de Sanidad, intentan cada vez más implementar planes orientados a mejorar los hábitos saludables de la población, creo que los ámbitos de aplicación de estas medidas son demasiado restringidos en tiempo y espacio como para que tengan algún impacto significativo, sobre todo teniendo en cuenta la «desinformación» continua que recibimos a través de la publicidad, bulos, internet, revistas, etc y que nos empuja a adquirir costumbres quizás no tan saludables pero, en la mayoría de los casos, más apetecibles y más cómodas.
Vamos que, sin pretender quitar mérito a nadie, me parece que nos quedamos bastante cortos con medidas como charlas o talleres puntuales en los colegios sobre desayunos saludables o campañas cuyo método empleado son mensajes que aparecen en los anuncios de televisión de las empresas colaboradoras tan «originales y motivadores» como «La mejor receta: alimentación equilibrada y ejercicio físico», «Realiza actividad física a diario» o «Come de forma variada, equilibrada y moderada» (Seguro que sólo leerlos te han «calado hondo» y has decidido sustituir el donut que estabas desayunando por una manzana ¿verdad?)
Dichas campañas suelen estar patrocinadas por empresas, que incluyen mensajes para una alimentación sana en sus anuncios, comercializan alimentos y bebidas conocidos mundialmente, pero no precisamente por sus propiedades saludables (crema de chocolate y avellanas, refrescos con altas concentraciones de azúcar, bombones, bollería industrial,… ). ¿No te resulta chocante?
Y yo, mal pensada que soy, me pregunto si el objetivo de incluir un mensaje sobre hábitos saludables en un anuncio de uno de estos productos, con el aval además de formar parte de una campaña institucional, no será conseguir que asociemos la idea de «salud» o «sano» con el alimento en cuestión más que educarnos nutricionalmente. Al fin y al cabo, dirá el televidente, no va el Ministerio de Sanidad a poner estos mensajes en alimentos poco saludables. ¿Crees que campañas de este tipo conciencian de verdad a la población, que logran influir de manera positiva en nuestros hábitos? Esta gran influencia de la publicidad y la falta de educación nutricional se aprecian claramente en el día a día de una consulta de nutrición.
La Publicidad engañosa influye de manera negativa en nuestra educación nutricional
Basta que aparezca en el mercado un nuevo cereal que, a pesar de llevar chocolate y frutas secas, promete que adelgazarás si cambias tu cena por él o un yogur que nos insinúe que el niño no enfermará si se niega a llevar la chaqueta al cole siempre que haya tomado su consabida dosis diaria, para que se convierta en el indispensable de nuestra lista de la compra aunque sea mucho más caro («la salud lo vale») que sus vecinos de lineal en el supermercado (muchos de ellos, y si no me crees lleva las gafas de cerca y estudia las etiquetas, superiores nutricionalmente al que anuncian en la tele).
Ejemplo de publicidad
Afortunadamente, cada vez son más los que acuden a profesionales de la nutrición (Dietistas-Nutricionistas) buscando aprender a «comer bien» para poder dejar atrás para siempre los productos y dietas milagro, a distinguir por sí mismos un alimento saludable de otro que no lo sea tanto sin dejarse manejar por la publicidad o las modas, a reconocer los bulos sobre alimentación que circulan incansablemente y a saber cómo elaborar su menú de cada día recurriendo a alimentos lo más naturales y menos elaborados posible.
Pero también son muchos los que, de haber tenido esta educación desde la escuela, se habrían evitado muchos problemas de salud y es por ello que la considero esencial. Si queremos que los niños adquieran hábitos alimentarios saludables, no basta con implementar planes aislados, hay que incluir contenidos de nutrición de forma reglada en los programas escolares y para ello hay que empezar por la formación y motivación del profesorado. Como en tantas otras disciplinas, creo que la teoría debería ir siempre acompañada de un enfoque práctico que será el que logre los cambios de conducta deseados; no basta con tener conocimientos sobre los nutrientes o la digestión, queremos que nuestros niños den a la nutrición la importancia que merece y sean conscientes desde pequeños de que su cuerpo y su mente son unas máquinas perfectas a la que hay que cuidar con la alimentación y el ejercicio (físico y mental).
Si queremos que los niños adquieran hábitos alimentarios saludables, no basta con implementar planes aislados, hay que incluir contenidos de nutrición de forma reglada en los programas escolares y para ello hay que empezar por la formación y motivación del profesorado
Pienso que superar por fin esta «asignatura pendiente» sería un excelente medio para que las generaciones futuras se vieran libres de muchas de las enfermedades crónicas que nos está causando algo tan básico como no saber comer de forma correcta.
Autora: Dietista-Nutricionista Gregoria Cáceres (Rissel)
TDC NUTRICIÓN
tdcnutricion@gmail.com
Efectivamente, la nutrición debería estar incluída en la educación de los niños, no solo en posibles charlas extraescolares u horas libres de tutorías, sino como una asignatura concreta, sobre todo en edades más tempranas. Buen post, TDCNutrición.
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Me alegro el agrado del post, así es, ojalá algún día podamos conseguir que la nutrición esté en las aulas de los colegios como asignatura. Un saludo
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